Alana

Seguí peinando mi cabello mientras esperaba a mi hermana, ella nunca solía tardar tanto, acaso ¿le habría pasado? “No Alana, no empieces” dijo una vocecita dentro de mi, ya que Attina me había contado muchas veces que estaba con un hombre que la trataba de maravilla y que no podía estar más feliz, ya que aunque le había dolido lo que nuestro padre le habían hecho, ella había encontrado al amor de su vida y ahora se encontraba bien y eso me daba gusto por ella, que mi hermana al fin hubiera encontrado un lugar y un hombre al cual pertenecer, así que no debía preocuparme.

Al estar en aquél lugar, miles de recuerdos invadían mi mente porque antes de que mamá muriera, este era nuestro lugar familiar, aquí habíamos pasado y vivido tantos momentos, como aquella vez en que mamá nos cantó por primera vez, o cuando papá nos contó nuestra primera historia del mar, o incluso cuando mamá y papá tuvieron que separar a Aquatta y Andrina que siempre estaban peleando por alguna tontería.

No voy a negar que al recordar todo eso, una risa escapó de mis labios aunque luego esa risa se volvió un suspiro, porque ahora todo era muy diferente, siempre había silencio por doquier e incluso este lugar que antes me parecía mágico, ahora parecía un lugar abandonado y en ruinas, jamás imaginé que la muerte de mamá traería todo esto o incluso la muerte de alguna de mis hermanas “Saca esos pensamientos de tu cabeza” volvió a decir aquella voz porque pensar en que alguna de mis hermanas podían morir, hacía que se me hiciera un nudo en la garganta.

Al notar que Attina ya había tardado demasiado, decidí echar un vistazo aunque decidí no hacerlo porque segundos después apareció un humano frente a mi, como si alguien hubiera invocado a uno de mis más grandes miedos, fue por esa razón que apenas lo escuché salté de nuevo al agua por el miedo que me invadió en ese momento, ya que no sabía sus intenciones y qué tal y era un pirata o algo así, no podía arriesgarme, a pesar de no parecer peligroso, no podía arriesgar a mi familia a perder a alguien más.

Aunque lo correcto hubiera sido regresar al castillo y actuar como si nada hubiera pasado, decidí quedarme a ver la reacción del humano ante mi huida desde una profundidad decente donde no pudiera verme desde la superficie, ya que si representaba algún peligro, debía decirle a mi hermana que debíamos cambiar nuestro lugar de encuentro.